Dr. Herbert Appel A.

El profesor Herbert Appel, es recordado como un gran académico, sobresaliente científico y maestro. El siguiente es un resumen de su larga carrera que fue preparado con datos biográficos y anécdotas enviadas por varios de sus de sus alumnos sansanos químicos y complementada con fotografías enviadas por su hija Renate Appel desde Alemania.

 

 


 

Don Herbert Appel Appel nació en el año 1907 en Spantekow, en el norte de Alemania. Obtuvo el título de Químico Farmacéutico en 1930 y dos años más tarde, logró el grado de Ph.D en Química Orgánica en la Universidad de Leipzig. Continuó su formación científica en varias universidades alemanas e inglesas, trabajando con científicos de gran prestigio. Tres de sus guías en investigación: los profesores Hans Fisher, Robert Robinson y Norman Haworth, llegaron a  ser galardonados con el Premio Nobel de Química. En el año 1937 viajó desde Birmingham a la Universidad Técnica Federico Santa María para hacerse cargo de la enseñanza e investigación en Química Orgánica, tarea que desempeñó sin interrupción hasta su retiro en 1981.

 

Ocupó varios cargos administrativos, entre los que destacan haber sido miembro del Consejo Directivo de la Universidad, decano de la Facultad de Química (1944–1960) y director de la Escuela de Graduados (1960–1963). Fue además miembro de la Sociedad Chilena de Química y de la Academia de Ciencias de Chile.

 

 


 

Para la mayoría de sus ex alumnos, su recuerdo va asociado a la excelencia de sus métodos pedagógicos. Era muy ordenado, metódico y exigente. Controlaba el progreso de todos sus estudiantes en todo momento de la clase, obligando, con sus agudos comentarios, a realizar un esfuerzo constante para comprender la lógica y la belleza de la ciencia que quería enseñarnos.  Su gran cultura y la amplitud de sus conocimientos infundían un profundo respeto que, al conocerlo mejor, se transformaba en cariño.

 

Creó el Laboratorio de Química de Productos Naturales, donde desarrolló su labor investigadora, dirigiendo cerca de 40 tesis de grado y publicando una cincuentena de artículos y comunicaciones en revistas científicas chilenas e internacionales.  Centró sus investigaciones en la flora chilena, aislando, identificando y determinando las estructuras químicas de los principios activos de varias especies autóctonas, tales como el Canelo, el Cuerno de cabra, y otras.

 

En virtud de sus méritos docentes e investigadores, en 1963 la Universidad Santa María le otorgó la recién creada categoría de Profesor Benemérito.  En 1970  recibió el Premio Nacional de Ciencias, en reconocimiento a su “significativa contribución al progreso de la investigación y enseñanza de las ciencias en nuestro país” y en 1978 el gobierno lo condecoró con la Orden al Mérito Docente y Cultural “Gabriela Mistral”.

 

 

 


 

Con toda justicia, el Laboratorio de Productos Naturales, donde desarrolló su actividad científica, fue bautizado con su nombre en el año 1981. En ese año dió por finalizada su actividad académica y se retiró a descansar a su casa de Recreo en Viña del Mar y con su esposa Johanna Kigelmann, con visitas frecuentes de su hija Renate, quien reside en Alemania desde 1960.

 

En enero de 1993, la Sala de Consejo de la Universidad Santa María se constituyó en capilla ardiente para la despedida final del que fuera un gran científico y maestro.  

 

 


Historias y Anécdotas

 

10 amigos alrededor del mundo enviaron comentarios y otros materiales que muestran al Dr. Appel como persona reservada, exigente y de humor punzante, que inculcó valores perdurables en sus alumnos.

 

Contribución de un sansano en Chile: Mario Luxoro egresó en 1948 al mismo tiempo que Boris Rotman. Siendo los mejores alumnos querían hacer la memoria con el Dr. Appel, quien sólo aceptaba un memorista cada año. Mario perdió por sorteo, lo que consideró la peor derrota de su vida; hizo la memoria con otro profesor pero consultó tanto al Dr. Appel que podía imaginarse que él fue su profesor guía.  Mario luego estudió medicina y dedicó su vida a la investigación científica. Su carrera culminó en 2000, año en que recibió el Premio Nacional de Ciencias Naturales que se otorga cada dos años a partir de 1970. Fue el primer exalumno de UTFSM que recibió tal distinción, un honor compartido con los Profesores Appel y Garbarino de nuestra universidad (premiados en 1970 y 1998 por sus estudios pioneros de compuestos orgánicos naturales de Chile), y con el exalumno Miguel Kiwi quien recibió el Premio Nacional de Ciencias Exactas en 2007. Mario nos dice que la influencia del Dr. Appel lo decidió a dedicarse a la ciencia y no la ingeniería. Con gran emoción dedica aquí los éxitos y premios de su carrera profesional a la memoria del Dr. Appel

 

Frugalidad ejemplar: uno de nuestros colegas fue llevado en ese auto distintivo que manejó por tantos años (un Ford que no se sabía si era de antes o después de la Segunda Guerra pues el modelo no cambió entre 1942 y 1946). Cada vez que paraba frente a una luz roja el Dr. Appel apagaba el motor, algo que nadie hacía en Chile. Se supone que era para ahorrar gasolina… Hoy en día hay países en Europa donde hay que hacer esto por reglamento, así que él estaba muy por delante de su tiempo…

 

A la caza de la vitamina C. El Dr. Appel contaba a sus alumnos que por 1934 realizó una síntesis total de la vitamina C, probablemente antes que nadie más. La presentó a compañías farmacéuticas alemanas pero entre tanto otras “primeras” síntesis más sencillas para producción comercial fueron desarrolladas en forma independiente por Tadeus Reichstein en Suiza y por Norman Haworth en Inglaterra. El dinero que el Dr. Appel recibió de estas compañías le sirvió sólo para comprarse un total de 6 corbatas nuevas.

 

El brujo de la lluvia.  Hubo una prolongada sequía en la zona en los años 1957 y 1958. El Dr. Appel inició una serie de pruebas para provocar precipitaciones usando vapores de yoduro de plata, lo que era muy novedoso en Chile. Algunos de sus alumnos lo acompañaban a los cerros de Valparaíso para realizar los experimentos. Los resultados no estuvieron a la altura de las expectativas, pero la prensa local hizo mucha historia del suceso. Era frecuente leer "El Prof. Appel y sus alumnos se han dirigido a Placilla”... El aparecía como un mago con poderes sobrenaturales, que podía dominar la naturaleza.

 

Advertencia a químicos cachorros.  Su método didáctico estaba basado en el desarrollo lógico de las respuestas por parte de los estudiantes, quienes trataban de aplicar lo que sabían a reacciones químicas dentro del cuerpo humano. Estas respuestas a veces eran lógicas, pero erróneas para el cuerpo humano. Su comentario era: "En principio la respuesta es correcta, pero el cuerpo humano no es un tubo de ensayo."  (Existe una enorme diferencia entre bioquímica y la química orgánica clásica).

 

Hier ist Essen verboten !  Antes de concluir su jornada de trabajo, era su costumbre de hacer una última visita al laboratorio donde trabajaban sus memoristas y colaboradores. Estaba terminantemente prohibido comer en los laboratorios, pero apenas el Dr. Appel partía a su casa, empezaban a aparecer sandwiches, tazas para el té o el  café, frutas y otros comestibles. Parece que nunca se percató de esas graves transgresiones a disposiciones de seguridad, pero, bueno, nunca nadie se envenenó (al menos de forma rápida)... Algo muy folklórico…

 

Los famosos exámenes. Los certámenes de Química Orgánica eran homericos por su duración, pues tomaban 4 o 5 horas en el auditorio de Química ó en la tradicional Sala J. Llenábamos entre 5 a 20 páginas largas con reacciones químicas, descripciones y una que otra síntesis de algún compuesto. A mitad de la sesión llegaba el auxiliar Loyola con bandejas de té y sandwiches para que no nos perdiéramos las onces y para que tuviésemos energía para esas duras pruebas.  Esta práctica de traer onces a las pruebas empezó por 1957, sugiriendo que el Dr. Appel se estaba ablandando con los años ya que antes de ese año los alumnos tenían que trabajar igual, pero muertos de hambre.

 

Pasatiempos favoritos.  El Dr. Appel practicaba asiduamente dos “deportes” – tenis y ajedrez. Su carrera de tenista tuvo un fin súbito por los años 1950s cuando un día que le empezó a doler la rodilla y no quiso arriesgarla más. Pero nunca dejó el ajedrez. Un día en 1962 cuatro alumnos del curso 1370 jugaban en un solo tablero antes de la clase con el Dr. Appel. Cuando él llegó miró el tablero y tomó el lado perdedor mientras que los cuatro “maestros” se juntaron en el lado con la ventaja.  Como en 15 jugadas más tarde se habían invertido los papeles y el Dr. Appel tenía una evidente ventaja. De común acuerdo dieron por terminado el juego. Ese día la clase de Química Orgánica comenzó con 20 minutos de retraso, caso único en 4 años con el Prof. Appel.

 

Creen que ahora saben mucho? Al final de los 4 años de química orgánica concluyó su última clase con esta advertencia: “Han terminado sólo la primera página del primer capítulo del primer libro de química orgánica”. Nos tomó varios años darnos cuenta que ésto es muy cierto y que se aplica a todas las ramas de ciencia y tecnología. Uno no adquiere una profesión en la universidad, sino que las herramientas más básicas y una disciplina para seguir aprendiendo. Más que nadie, el  Dr. Appel nos dio esa disciplina tan vital.

 

Humor ardiente.

 

Él era un excelente pedagogo, y enseñaba en forma participativa. Siempre trató a todos en forma muy justa. Se preocupaba por cada alumno en su propia manera reservada. Fue muy respetado pero no faltaron los apodos cariñosos (el “Papi”) o irreverentes (el “Pelao”). Esperaba que sus alumnos estuviesen preparados y que cumpliesen con sus obligaciones. De otra manera  recibían sus bien merecidas remarcas verbales, de las cuales siguen unos pocos ejemplos. Algunas muestran su aguda aversión a las dictaduras.

 

"Para qué tiene el soldado la cabeza?" (según él era para sostener el casco) era su pregunta cuando alguien contestaba en forma apresurada y no aplicaba lo que recién se había discutido. Y si la misma víctima seguía con sus respuestas equivocadas, lo ascendía a teniente, coronel, hasta llegar a general. Y aquellos con conexiones marinas podían ser ascendidos hasta almirante por errores monumentales…

 

“Gran vacío en la cabeza” se lo ganaba el que estaba bien “colgado”.

 

“Esa es química orgánica para subdotados" era su exasperada opinión (en alemán) de las clases que daba a eléctricos y mecánicos. Muchos de los químicos estaban de acuerdo…

 

“Contrate un comunista” (agitadores profesionales) fue su recomendación cuando un experimento en el laboratorio necesitaba mezclarse mejor.

 

“Las disculpas no valen” era su fuerte opinión. Uno debía estar listo y al día; enfermedades o cualquier otro tipo de problemas no eran aceptables.

 

“Está descansando en laureles que no existen” era su lanceta verbal para aquellos de quienes esperaba más en forma constante.

 

 

Colaboradores (país y año de egreso en paréntesis):

Renate Appel      (Alemania, hija del Dr.Appel; envió fotos y documentos)

Ewald Burckhardt (EEUU, 1960)

Rodolfo Feick      (Chile, “sobrino” del Dr.Appel)

Raúl González     (EEUU, 1956)

Walter Gaete      (España, 1957)

Klaus Lothholz    (Alemania, 1955)

Mario Luxoro       (Chile, 1948)

Boris Rotman      (EEUU, 1948)

Hans Rumpf        (Austria, 1962)

Jorge Valderrama (Suecia, 1960)

 

Raúl A. González y Walter Gaete, Agosto 2007